Miércoles, 6 de abril de 2011, 22:00 h.
El caballero de Olmedo de Lope de Vega.
Versión y Dirección: Fernando Urdiales.
Premio Mejor Espectáculo Festival Garnacha de Rioja 2010. Premio Mejor Actriz Secundaria Festival Garnacha de Rioja 2010 a Rosa Manzano.
Premio Festival Olmedo Clásico 2009. Premio de la Unión de Actores de Castilla y León 2010 a Rosa Manzano y Luis Miguel García
miércoles, 6 de abril de 2011
viernes, 1 de abril de 2011
LA GENERACIÓN DEL 27
TEXTOS PARA COMENTARIO
PEDRO SALINAS
UNDERWOOD GIRLS
Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco en blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota,i...
JORGE GUILLÉN
LOS INTRANQUILOS
Somos los hombres intranquilos
en sociedad.
Ganamos, gozamos, volamos.
¡Qué malestar!
El mañana asoma entre nubes
de un cielo turbio
con alas de arcángeles-átomos
como un anuncio.
Estamos siempre a la merced
de una cruzada.
Por nuestras venas corre sangre
de catarata.
Así vivimos sin saber
si el aire es nuestro.
Quizá muramos en la calle,
quizá en el lecho.
Somos entre tanto felices.
Seven o'clock.
Todo es bar y delicia oscura.
¡Televisión!
Clamor
GERARDO DIEGO
EL CIPRÉS DE SILOS
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que aongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
EMILIO PRADOS
COPLA
Algo me llama en la noche.
No sé qué es...
Algo en la noche me llama.
¡Miedo me da!
En la noche me entraré;
pero... ¿saldré?
¡Miedo me da!
LUIS CERNUDA
NO DECÍA PALABRAS
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
RAFAEL ALBERTI
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿Por qué me trajiste acá?
PEDRO SALINAS
UNDERWOOD GIRLS
Quietas, dormidas están,
las treinta, redondas, blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas, aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas, y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula, como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco en blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras, sin sentido,
ese, zeda, jota,i...
JORGE GUILLÉN
LOS INTRANQUILOS
Somos los hombres intranquilos
en sociedad.
Ganamos, gozamos, volamos.
¡Qué malestar!
El mañana asoma entre nubes
de un cielo turbio
con alas de arcángeles-átomos
como un anuncio.
Estamos siempre a la merced
de una cruzada.
Por nuestras venas corre sangre
de catarata.
Así vivimos sin saber
si el aire es nuestro.
Quizá muramos en la calle,
quizá en el lecho.
Somos entre tanto felices.
Seven o'clock.
Todo es bar y delicia oscura.
¡Televisión!
Clamor
GERARDO DIEGO
EL CIPRÉS DE SILOS
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que aongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
EMILIO PRADOS
COPLA
Algo me llama en la noche.
No sé qué es...
Algo en la noche me llama.
¡Miedo me da!
En la noche me entraré;
pero... ¿saldré?
¡Miedo me da!
LUIS CERNUDA
NO DECÍA PALABRAS
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
RAFAEL ALBERTI
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿Por qué me trajiste acá?
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